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jueves, 17 de septiembre de 2020

Rakso Opina: ¿Una vuelta segura?


 

Quería transmitir tranquilidad, quería haceros sentir seguros y seguras en la vuelta al cole. Y desde luego que no quería tener que llegar a estos extremos. Pero es que es imposible. Las medidas de seguridad se caen a pedazos. Por eso, por primera vez en mi vida, he hecho algo: ¡me he leído el DOGA! (El DOGA, para quien no lo sepa, es el Diario Oficial de Galicia, algo así como el BOE pero a nivel autonómico. Porque, si no lo sabíais, soy gallego). Pues, como iba diciendo, me he leído el Protocolo de adaptación al contexto del COVID-19 en los centros de enseñanza no universitarios de Galicia para el curso 2020/2021 (la versión del 22/07/2020 y su posterior actualización del 31/08/2020), lo he analizado y hoy os traigo los fallos más destacables de dicho protocolo. Abrochaos los cinturones, porque esto se va a poner serio.

 


 El peor problema que yo le veo es que los protocolos no atienden al impacto psicológico que estas medidas puedan tener en los niños. En el DOGA aparecen las medidas a tomar si un alumno presenta síntomas compatibles de COVID-19 en el aula, pero en ningún lugar nos comenta qué tendríamos que hacer si un alumno se pone a llorar porque tiene miedo a ser contagiado o a contagiar a alguien. Ya comenté un poco este aspecto por encima en mi anterior entrada sobre la vuelta al cole, pero el problema va mucho más allá. ¿Qué pasaría si un niño se contagia de COVID-19 en el aula y este se lo contagia sin querer a sus abuelos y uno de ellos muere? La culpa, claro está, no sería de nadie o, en todo caso, sería del centro. ¡Pero el niño va a cargar igualmente con la culpa! En su mente, él ha matado a su abuelo.

Y es que todo el mundo tiene miedo a la muerte, y los niños todavía más, en parte porque los adultos intentamos alejar ese tema del mundo infantil, cuando en realidad la muerte no entiende de edades. No obstante, a veces la seguridad excesiva transmite más miedo aún. Si ponemos a todo un ejército patrullando las calles todos los días, no nos sentiremos seguros, sino que pensaremos que estamos bajo constante amenaza. Después de todo, ¿por qué si no íbamos a necesitar tanta milicia en las ciudades? ¿Y os habéis imaginado cómo se sentirá el alumnado cuando llegue a las aulas y estén llenas de mamparas, cuadrados pintados en el suelo, sin poder moverse libremente y entrando y saliendo de las aulas como si fuesen al paredón? Pues eso.

Otro gran problema, que además aumenta el miedo en el alumnado, es que no hay coherencia. Al principio la distancia mínima interpersonal en las aulas para poder estar sin mascarilla sería de dos metros, lo aconsejado por la OMS. Luego la Xunta se dio cuenta de que no hay centros con aulas tan grandes, así que disminuyó la distancia a un metro y medio sin mascarilla. Los docentes pidieron que se contratase a más personal y se disminuyese el ratio de alumnos por aula. Lo que hicieron fue decretar el uso obligatorio de mascarillas y reducir la distancia mínima interpersonal a un metro. O sea, que en las terrazas de las cafeterías tienes que estar a dos metros y en el cole no. ¿Es, acaso, el COVID-19, menos agresivo en las aulas, o cómo va esto? ¡Que los niños no son tontos y de esto se enteran! No, no, es que lo mejor es cuando dicen que los estudios demuestran que con un tono de voz bajo, las partículas de saliva a través de las cuales se transmite el COVID-19 no llegan a viajar un metro. Ahí es cuando me di cuenta de que quien redactó este documento no ha pasado por un aula de cualquier nivel educativo en su vida. 

Por suerte, en la actualización del protocolo aumentaron de nuevo la distancia mínima en el aula a metro y medio. Supongo que se darían cuenta de que las aulas no destacan por el uso de un tono de voz bajo... Como veis, no paran quietos, y es que cada día llegan protocolos nuevos desde la Xunta, que esto parece más el baile de la yenka. Si vamos a aprender algo este curso los docentes es a soportar la bebida, porque a este paso o nos damos al alcohol o nos defenestramos. Ha habido centros que han tirado paredes enteras para habilitar sus aulas a las nuevas medidas y luego no les ha servido para nada. Con cada protocolo, como es normal, viene otro gasto de dinero, y ya hay numerosos centros en números rojos. Así, lo único que se consigue, es desgastar aún más el sistema de Educación Pública español.

Imagen de PublicDomainPictures en Pixabay

Y esto sin hablar de la payasada de las aulas burbuja, o, como las llaman en los documentos oficiales, Grupos de Convivencia Estable. Para quien no lo sepa, un aula burbuja está compuesta por un grupo reducido de alumnado cuyo contacto con el resto del centro es poco o nulo, por lo que el uso de mascarilla y la distancia de seguridad serían prescindibles. Así, de haber un caso de COVID-19 en ese grupo, sólo sería necesario confinar a esa aula burbuja. ¡Pero vamos a ver! ¿Es que los hermanos no existen? ¿Los niños no van a clases extraescolares y particulares? ¡Es imposible evitar el contacto del alumnado de un centro! Dentro del recinto aún lo puedes intentar, pero fuera de él no puede. La burbuja va a explotar.

A mayores, en las aulas burbuja también hay otra persona, una figura imprescindible sin la cual no podría haber clase. ¿Sabéis cuál es? Lo habéis adivinado: ¡el profesor! Y el profesor, además de tener su propia vida, entra en contacto con otros profesores y alumnos del centro. Es verdad que el personal docente debe llevar mascarilla todo el rato, pero recordemos que las mascarillas quirúrgicas, las que recomienda la OMS, sólo protegen a las personas que nos rodean, no a nosotros mismos. Es decir, sólo son realmente efectivas si todo el mundo las lleva. O sea, que no sé a quién se le ocurrió esta idea, pero ha descubierto el Mediterráneo.

Imagen de myrfa en Pixabay
 

El siguiente fallo es que aumenta el peso burocrático sobre el personal docente, sabes, como si ya no tuviésemos bastante. Que más que maestros parecemos casi oficinistas. Veréis, el protocolo de prevención contempla la creación de un Equipo COVID-19 en cada centro, formado por el titular de la dirección y otras dos personas (que acabarán siendo el resto del equipo directivo, es decir, vicedirector y jefe de estudios, porque no se va a presentar nadie voluntario ni harto de vino). Este equipo tiene muchísima responsabilidad y nuevas tareas dentro del centro, tales como planificar la disposición de las aulas según el protocolo de turno, elaborar un presupuesto donde se reflejen los gastos derivados a cumplir tal protocolo, organizar las entradas y salidas al centro y a cada aula, compartimentar el patio del recreo, preparar un aula COVID-19, redactar un protocolo de actuación en caso de que se de uno o varios casos positivos en el alumnado o profesorado, gestionar esos casos si es que se dan,... Además de redactar un documento llamado "Plan de Adaptación a la situación COVID-19 en el curso 2020/2021" y ser las personas a las que todo el centro, incluidas las familias, acudirán en caso de dudas sobre el protocolo.

Y a todo esto se le suma el resto de competencias que ya tenían, entre ellas, la docente. En consecuencia, la calidad educativa se verá reducida considerablemente. Los profesores serán ahora rastreadores de COVID-19 más que docentes. Y, por supuesto, sin preparación, o sea, a nadie le han enseñado nada de esto en la carrera. Los equipos directivos están haciendo todo lo que pueden con los medios de los que disponen, pero no son epidemiólogos, no son expertos, ¡no tienen formación sobre este tema más allá de la información que le llega a cualquier hijo de vecino a través de los telediarios! Es decir, saben tanto como nosotros sobre protocolos: nada. Y por eso se están sucediendo dimisiones masivas de equipos directivos en Galicia y en todo el país, nadie se quiere meter en ese berenjenal. Yo, personalmente, me pego un tiro.

Pero el mayor handicap de este protocolo es el siguiente: yo no sé quién redacto este documento, pero sí dónde lo redacto: en los mundos de Yupi. Si es que, en sí, el protocolo no es tan malo, al contrario, tiene cosas muy bien pensadas, cubre muchos aspectos y tiene posibilidades de funcionar. Si todos cumplimos las medidas de seguridad, no tiene por qué pasar nada. ¡Ja! ¿Habéis oído hablar de la Ley de Murphy? Además de ser una copia barata de Phineas y Ferb, es un enunciado basado en un principio empírico que dice: "si algo puede salir mal, saldrá mal". Hagamos caso al señor Murphy. Este protocolo es como una cadena, pero una cadena de porcelana china. Con que se rompa un sólo eslabón, toda la cadena se va a la chucha, ¡y es muy fácil que eso pase! 

El protocolo puede funcionar muy bien en la teoría, pero llevarlo a la práctica es imposible. Se necesitaría una cantidad de personal docente que no hay (bueno, sí hay, pero no los contratan), una cantidad de aulas por centro de las que no disponemos y un ratio de alumnado por aula que desde la Xunta se niegan a aplicar. ¿Por qué? Porque bajar el ratio supondría subvencionar a los centros públicos para que se construyesen más aulas y pagar a más profesores, y no hay dinero, porque cierto gobierno de color azul se ha tomado muy en serio eso de que en Educación Primaria sólo se pinta, corta y colorea y ha empezado a recortar pero a lo bestia en educación desde tiempos inmemorables. Pero es que, aunque hubiese ese personal, todavía sería extremadamente difícil cumplir el protocolo a rajatabla, hay muchísimas variables, demasiada complejidad. ¡Si a mí me dio dolor de cabeza con sólo leerme el DOGA!

En conclusión, el protocolo no se adapta a... ¡Ah, casi se me olvida! Las FP, las grandes olvidadas, en este caso, también son olvidadas. Las medidas para los centros en los que se imparten dichos ciclos son básicamente las mismas, pero no se tiene en cuenta las peculiaridades que tienen muchas FP, y es que requieren el uso de material compartido en el aula. Por ejemplo, en los talleres de carpintería, estudios como escultura, conservatorios de música...  En estos últimos, la única indicación a mayores es aumentar la distancia a tres metros en los ensayos con instrumentos de viento (me supongo que el órgano no cuenta). Pero en una orquesta no sólo hay instrumentos de viento, ¿cómo hacen para mantener la distancia? ¿Se ponen todos a tres metros mínimo? ¿Los instrumentos de viento están más separados que los otros? Las especificaciones sobre las enseñanzas que no son obligatorias, tales como los ciclos o las enseñanzas artísticas, son muy muy vagas. Este tipo de estudios tienen unas características propias que no se pueden tratar por encima o simplemente ignorar.

Ahora sí, en conclusión, el protocolo no se adapta a la realidad educativa que vivimos en España. Y diréis que Rakso sólo sabe criticar, pero para que veáis que eso no es cierto, os propongo una solución. Un protocolo súper sencillo y funcional que, aunque parezca increíble, creo que sólo se me ha debido ocurrir a mí: educación en línea para el alumnado de la ESO para arriba. Y ahora es cuando los de 2º de Bach se me echan al cuello. Pero, como todo en este mundo, esto tiene una razón de ser. Por favor, dejad que os la explique.

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El alumnado de Infantil y Primaria no tiene la autonomía suficiente como para gestionar una educación en línea. Ya no sólo por la dificultad que implica la utilización de una herramienta informática de forma autónoma, sino porque a esa edad es muy importante el contacto con el docente para el aprendizaje y la interacción social. Además, la función de custodia de los centros escolares es clave en esas etapas educativas. Dicho de otra forma, los padres no pueden dejar a sus hijos de seis años solos en casa, pero a partir de los doce, sí.

De esta forma, tendremos a los institutos, centros de FP y universidades prácticamente vacíos, y el alumnado de Infantil y Primaria puede ser ubicado en ellos para cumplir con las distancias de seguridad. En ese caso, los protocolos serían mucho más fáciles de seguir y el alumnado de todos los niveles estaría más protegido. Por supuesto, habría que tener en cuenta ciertos estudios en los que la semipresencialidad sería inevitable, como los que ya comenté antes. Pero creo que se librarían espacios suficientes como para acoger al alumnado de Infantil y Primaria. Digo creo porque no lo sé a ciencia cierta, que tampoco lo he investigado. No me pagan para ello, pero creo que merecería la pena estudiar esta posibilidad.

Y muchos me diréis "¿Qué pasa con la igualdad de oportunidades? ¡No todas las personas tienen acceso a internet y a ordenadores!" Y mi respuesta es: en vez de gastar el dinero de los centros en reformas inútiles que cambian cada dos por tres, se puede invertir en blindar el sistema de educación en línea dotando a todo aquel alumnado que lo precise de material informático y conexión a internet. Sobra decir que ningún profesor deberá dar por supuesto que su alumnado sabe utilizar un ordenador, y es su deber como educador enseñarle a hacerlo, y nunca esto se debe de convertir en una barrera para el aprendizaje. En consecuencia, se deben hacer las adaptaciones curriculares que sean necesarias, y sobre todo, adaptar la metodología a las clases en línea.

Y es que lo que hemos vivido este confinamiento no era aprendizaje en línea, era un burdo intento de imitar la educación presencial en un modelo a distancia, lo cual es imposible. La mayoría del profesorado español no está formado en educación en línea, como es lógico. Pero lo que tendrían que haber hecho es informarse de las mejores metodologías a aplicar con este medio, no pretender encajar con calzador los métodos que se usan en las aulas. Es otro entorno, no va a funcionar. Es como las hermanastras de Cenicienta que se cortan los dedos de los pies para que les sirva el zapatito de cristal, y ni aún así les queda bien.  

Sobre el alumnado de 2º de Bachillerato: sé que los nervios por la temida selectividad están a flor de piel, y queréis tener un contacto más cercano con vuestros docentes. Por eso desecháis la educación en línea. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, el modelo de educación en línea puede llegar a ser mucho más personalizado y útil que el presencial, sobre todo en niveles educativos superiores.

Aunque, cuando no se sabe (y tampoco se mira por saber) pasa lo que pasa, que hacemos exámenes en línea donde todo el mundo copia porque los exámenes son una forma espantosa de evaluar el aprendizaje en una modalidad a distancia. Bueno, son una forma espantosa de evaluar en general pero eso lo dejo ya para otro día. Por eso, además de establecer la educación en línea desde la ESO (con excepciones), reubicar al alumnado de Infantil y Primaria en los edificios vacíos e invertir en asegurar la igualdad de oportunidades, se debe formar al profesorado en este tipo de educación para que la calidad educativa se resienta lo menos posible. (Que a ver, lo ideal sería que todo fuese presencial si hubiese espacios suficientes, pero todos sabemos que no los hay).

Imagen de OpenClipart-Vectors en Pixabay

Pero seamos realistas, estas ideas no son tan complejas, a cualquiera se le podrían haber ocurrido. Si no se aplican, será por dos posibles razones: intereses y/o dinero. Y ese ya no es mi terreno. Entonces, ¿qué podemos hacer nosotros? Protestar. La protesta ha sido la herramienta que el pueblo ha tenido desde hace años para provocar avances sociales. Debemos protestar y exigir que no jueguen con la salud de nuestros hijos, ni de los profesores y el personal no docente de los centros; para que se tomen medidas significativas que aborden los problemas desde la raíz y no de forma superficial; para que aumenten las contrataciones y disminuya la ratio; para que la educación, que marcará el futuro económico de nuestro país, y el futuro profesional de nuestros hijos, se tome en serio de una maldita vez. Y, ahora sí, ya me podéis linchar.


Como siempre, si os gusta mi contenido, os invito a seguirme para no perderos ninguna actualización, aquí en el blog o en mi Twitter (@LiteratoRakso)Y disculpad por esta entrada que ha cobrado un tono algo político. Este blog está dirigido a la divulgación educativa y literaria, pero precisamente por eso sentí que era mi deber alzar la voz sobre este tema tan delicado e importante, porque no me parece normal lo que se está haciendo con el sistema educativo, que es la columna vertebral de todo país. De todas formas, he intentado mantener el humor que me caracteriza, así que espero que hayáis sacado algo en limpio de todo esto a la vez que os entreteníais.

Podéis dejarme en los comentarios qué es lo que pensáis sobre... sobre todo esto, así en general. ¡Cualquier opinión es válida, no os cortéis! Yo, por mi parte, me despido. No sé si se nota, pero he escrito todo esto de una tacada, porque es un tema que realmente me enerva y me enciende. He acabado exactamente a las 1:30 h y me voy a la cama pero ya.

¡Buenas noches y hasta mañana! uwu (O buenos días, no sé, cuando quiera que publique esto).

P.S.: Para aquellas personas que estén esperando por la entrada sobre la Bullet Journal, la semana que viene tendréis buenas nuevas... OwO

 



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