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domingo, 16 de julio de 2023

Rakso Opina: La "nueva" selectividad... ¿es tan nueva como parece?

 

Hace unas semanas, el alumnado español se ha enfrentado los exámenes de la EVAU o EBAU, según su comunidad autónoma. De su resultado depende su acceso a la universidad. El año pasado ya redacte una publicación hablando sobre este proceso selectivo que podéis leer aquí.

Sin embargo, sabréis que la nueva ley educativa (LOMLOE) ha introducido variaciones en la selectividad, aunque todavía no han entrado en vigor este año, sino que lo harán a partir del siguiente y de forma progresiva (si no cambian la ley antes).

Hoy vamos a estudiar estos cambios desde una perspectiva pedagógica, analizando si han sido para bien o para mal, o si se podrían haber hecho mejor. Intentaré ser lo más objetivo posible, aunque al final sí daré mi opinión personal al respecto. Comencemos, pues, conociendo las modificaciones para luego distinguir los pros y los contras de la "nueva" selectividad.

 

   La estructura                                 

Imagen de Clker-Free-Vector-Images en Pixabay

Primero veamos cómo la LOMCE, la antigua ley ya derogada, planteaba la EBAU:

Estas pruebas se dividen en dos fases: la general y la de opción. La primera es obligatoria y consiste de cuatro o cinco exámenes de las materias que la LOMCE llama "troncales". Estas son Historia de España, Primera Lengua Extranjera, Lengua Castellana y Literatura y la materia troncal general de cada modalidad. A mayores, el alumnado de aquellas CCAA en las que exista otro idioma oficial, también se examinara de la Lengua Cooficial y Literatura correspondiente.

Para calcular la nota de selectividad, se calcula la media de estos exámenes y la del expediente de los dos años de Bachillerato, ponderando un 40% y un 60% respectivamente.

En la fase de opción, el alumnado puede escoger examinarse de cuatro materias máximo, las haya cursado o no. Para calcular la nota de admisión, solo se tendrá en cuenta el resultado de los dos con mayor nota. Esta nota se multiplicará por 0,1 o 0,2; según el grado al que se quiera acceder ponderará más o menos, y luego se suma el resultado a la nota de selectividad.

Ahora, la LOMLOE no ha introducido cambios respecto a las fases o sus ponderaciones, pero sí a los exámenes en sí. Aquí voy a hablar solo del modelo definitivo, que entrará en vigor al completo en el año 2026 (a no ser que Pepa Pig lo tire al barro y salte sobre él o algo). Durante los cursos siguientes habrá un modelo transitorio que podéis consultar aquí.

Pues bien, en la fase general solo habrá dos exámenes, uno de la materia obligatoria de la modalidad de Bachillerato escogida (en la LOMLOE ya no hay materias troncales) y una prueba general de madurez académica, que evaluará de forma competencial, global e integrada las materias comunes (Historia de la Filosofía, Historia de España y las lenguas).

Todavía no sabemos del todo cómo será esta prueba, pero consistirá en un dossier de distintos materiales muy diversos (textos, gráficas, obras de arte, viñetas, mapas...) para que el alumnado trabaje sobre ellos con preguntas cerradas, semiabiertas y abiertas. Todo parece indicar que se valorará más el pensamiento crítico y la capacidad de argumentación que los saberes memorísticos. Además, el alumnado dispondrá de más tiempo para responder a todas las pruebas.

El examen de la modalidad ponderará un 25% para calcular la nota de selectividad, mientras que la prueba de madurez contará un 75%.

En la fase de acceso, el alumnado podrá examinarse de solo dos exámenes, tanto de la modalidad estudiada como de las materias comunes, que tendrán un enfoque competencial y su ponderación dependerá del grado que se quiera estudiar. La nota de admisión se calculará de la misma forma.

Sabiendo esto, ¡ya podemos comenzar a analizar!


   Pros de la nueva selectividad                    

Marge mirando a una patata.
"I just think they're neat"

Respecto al antiguo modelo, este trae bastantes mejorías. Para empezar, un aspecto que yo mismo he criticado de la selectividad es que fomenta un aprendizaje memorístico, que premia más el chapar que la comprensión y la funcionalidad de los contenidos. La nueva selectividad, sin embargo, tendrá un enfoque competencial, es decir, se evaluará por competencias.

¿Y qué es una competencia? Pues puede definirse como el conjunto de contenidos conceptuales (saber), procedimentales (saber hacer) y actitudinales (saber estar) que una persona debe tener para considerarla competente o hábil en un área. Es decir, en el aprendizaje por competencias lo importante no es solo la teoría, sino el saber llevar esta a la práctica y ser capaz de reflexionar sobre ella. 

Este tipo de aprendizaje es más funcional, y por ello más motivador y significativo, además de desarrollar el pensamiento crítico del alumnado. A mayores, el tener que poner a prueba todos estos conocimientos en esa "prueba de madurez" supone que el alumnado debe saber hacer relaciones entre lo aprendido en distintas materias, demostrando una comprensión total de lo aprendido.

Ya había criticado antes el carácter compartimentado de la anterior selectividad, pero eso cambia al realizar un examen global e integrador en el que los conocimientos no aparecen de forma aislada, sino en su conjunto, tal y como se presentan en la realidad.

Todo esto también va a influir en la igualdad de oportunidades del alumnado, ya que se le abren posibilidades a aquellas personas a las que se le da mal memorizar contenidos sin sentido. De hecho, esa habilidad por si sola ya no servirá para nada si no se es capaz de demostrar su comprensión.

Pero lo mejor es que esta forma de evaluar va a obligar al profesorado de bachillerato (y, por efecto dominó, al de todos los niveles) a aplicar metodologías activas y paidocentristas, esto es, que tengan al alumnado como centro de su propio aprendizaje.

Ya sabéis que no es lo mismo estudiar para preparar un examen memorístico que para realizar un proyecto. El proceso de enseñanza-aprendizaje no es igual, un docente no puede continuar enseñando con una metodología magistrocentrista (con el profesorado en el centro dando "la chapa") si vas a evaluar al alumnado por competencias.

Para enseñar con un enfoque competencial e integrador, es necesario emplear metodologías activas, que motiven al alumnado y pongan en valor la funcionalidad de los saberes (para qué sirven) en situaciones de aprendizaje contextualizadas, adoptando el profesorado un papel de guía, más que de transmisor del conocimiento. 

Estas metodologías, tales como el aprendizaje por proyectos, basado en problemas o por descubrimiento, entre muchas otras, favorecen la autonomía del alumnado, el pensamiento crítico, la toma de decisiones, el trabajo en equipo y el aprendizaje significativo.

Aunque el enfoque competencial ya existía con la LOMCE, nunca se llegó a aplicar del todo. Ni siquiera la propia selectividad invitaba a hacerlo. Esta vez, la forma de evaluación externa es más coherente con la lei.

He leído a muchas personas diciendo que la nueva selectividad es más fácil por reducir el número de exámenes de forma tan drástica, pero os aseguro que si un alumno de este año 2023 intentase superar la prueba de madurez, no sería capaz. Tampoco sería culpa suya, es que no están preparados, y por eso su aplicación será progresiva, a la vez que el sistema educativo, el profesorado y el alumnado se van adaptando a un cambio de metodología tan radical (al que, honestamente, llegamos tarde).

Así que, ¿es más fácil? No, es diferente, se exigen cosas distintas al alumnado, cosas que les serán verdaderamente útiles en el futuro. Incluso me atrevería a decir que es más difícil, porque las habilidades que precisa para resolverla (justificación, argumentación, relación, transferencia, elaboración...) son más complejas que la simple memorización, descripción o explicación que se exigen con el modelo antiguo. Sin embargo, el futuro alumnado estará más preparado.


   Contras de la nueva selectividad                

Bart cuestionando los cuestionables gustos de su madre por las patatas.
"Mom, you're always trying to give me potatoes. What is it with you?"

 Con lo dicho en el apartado anterior queda claro que la nueva selectividad es, en muchos casos, superior al antiguo modelo. Sin embargo, todavía arrastra consigo algunas deficiencias, entre ellas, el estrés. Quizás nunca nos deshagamos de ese sentimiento de ansiedad al que sometemos al alumnado ante un examen que, al fin y al cabo, va a definir su futuro académico y profesional. Eso no quiere decir que no debamos intentarlo, vaya.

A este estrés se le suma también la incertidumbre, pues con un modelo competencial, nunca se sabe qué contenido va a entrar ni cómo se va a plantear. Sí, por un lado es bueno abandonar los exámenes memorísticos, pero al mismo tiempo estamos aumentando la inseguridad, pues ya no basta con reproducir la información del libro sobre el papel: es necesario elaborarla.

¿Cómo podemos reducir este estrés? Pues es necesario acostumbrar desde ya al alumnado a una metodología competencial y activa que, a su vez, aumente su autoestima para que se sienta seguro y confiado. Un alumnado preparado es aquel que sabe que tiene los conocimientos, destrezas y actitudes necesarias para afrontar cualquier pregunta que se le ponga por delante en selectividad.

Por otro lado, cabe destacar que la evaluación de estos exámenes va a ser un poco difícil (por lo menos, más de lo que lo es ahora). Ya no existe una única respuesta correcta, por lo que no se puede evaluar (solo) el contenido, sino el cómo se presenta: la expresión escrita, selección de vocabulario adecuado, argumentación, justificación con datos pertinentes... Va a ser complejo, pero es que el propio hecho de evaluar lo es. ¡El problema está en querer hacerlo fácil!

De esto, sin embargo, todavía no se puede hablar mucho pues aún no se saben los criterios de evaluación que se van a tomar. Eso sí, parece ser que serán comunes a todo el país (o que por lo menos lo intentarán).

Esto me lleva a otro contra de la nueva selectividad, o más bien, una crítica ya escuchada por todo el mundo: las diferencias de dificultad entre comunidades autónomas. A algunas personas no les entra en la cabeza que, siendo un mismo proceso selectivo en todo el país, haya exámenes distintos. Pero en verdad tiene bastante lógica cuando te das cuenta de que TENEMOS SISTEMAS EDUACTIVOS DISTINTOS.

Bueno, no exactamente. Dicho así a toda prisa, la ley estatal es la LOMLOE, pero luego cada CCAA la concreta en sus respectivos decretos y con cierto nivel de autonomía (la LOMLOE supuso un aumento respecto a la LOMCE). Eso quiere decir que no, no se da lo mismo en todas las CCAA, ni tampoco de la misma forma (obviamente los conocimientos básicos siempre están ahí).

Pero es que esto no es malo, al contrario, visibiliza la diversidad de nuestro país. Es más, ni siquiera dentro de una misma aula el alumnado aprende exactamente lo mismo porque todos somos distintos, y según el Diseño Universal de Aprendizaje, es imposible enseñar con un currículum único (pero aún no estáis preparados para esta conversación).

Sí, entiendo las críticas y la frustración de que una persona pueda entrar en la misma universidad que tú habiendo afrontado un examen más "fácil". Pero, ¿de verdad pensáis que sirve de algo compararse? ¿Creéis en serio que una persona con más nota en selectividad está más preparada para la universidad? Dejad que me ría.😹

Cualquier persona universitaria os dirá que nunca han usado en su vida los conocimientos que han necesitado para aprobar selectividad. Aunque puede que eso cambie a partir de ahora... Si no nos cambian la ley (otra vez), claro.


   Conclusión                           

Lisa Simpson quejándose del sistema de educación corrupto dentro de la secta del Líder.
"The whole damn system is wrong!"

 Vamos a resumir por puntos todo lo analizado:

  • Pros:
    • Enfoque global e integrador 🌍
    • Evaluación por competencias, menos memorización 🛠
    • Potencia metodologías activas 🏃🏻‍♀️
    • Fomenta aprendizaje significativo y pensamiento crítico 💡
    • Más igualitario igualitario 🚻
  • Contras:
    • Incertidumbre y estrés😫😵
    • Difícil de evaluar ✅❓
    • Diferencias entre CCAA (pero es NORMAL) 👌

Con esto sobre la mesa, puedo afirmar que la nueva selectividad es, definitivamente, nueva, y sin  ninguna duda supone una mejoría respecto al modelo anterior. Aún tiene algunas lagunas que yo considero importantes, como por ejemplo que no evalúa la competencia lingüística oral o el trabajo en equipo, pero no es un mal modelo.

Ahora bien, ¿cómo creo yo que debería ser la selectividad a nivel personal? Antes de nada, me gustaría saber vuestras opiniones. ¡Dejádmelas en los comentarios!

Pues veamos, si la selectividad se supone que debe evaluar las competencias del alumnado para que solo entre en la universidad el más preparado, creo que, precisamente, se deberían evaluar las competencias necesarias para afrontar con éxito los estudios universitarios.

¿Y cuáles son esas? Yo diría que las más importantes serían la oratoria, la argumentación, el pensamientos crítico y reflexivo, la justificación, experimentación, búsqueda y contraste de información y trabajo en equipo (que luego en la universidad nos quejamos de los trabamos en grupo y es porque nunca nos han enseñado). Ojo que podría añadir muchas más habilidades (pensamiento lógico-matemático, creatividad, etc.) pero no es plan de hacer una lista de la compra. 

Teniendo esto claro, creo que un modelo selectivo que de verdad seleccionase al alumnado más preparado tendría exámenes con documentación a mano (libros de texto o pdf, fórmulas matemáticas o incluso libre conexión a internet), con apartados individuales y por equipos, exposiciones orales que requieran argumentaciones del alumnado y conversaciones intelectuales entre ellos o ante un tribunal de docentes y pruebas manipulativas y supuestos prácticos en los que se evalúe tanto los conocimientos como la creatividad y la capacidad de resolución de problemas.

Sí, ya lo sé, mucho texto. Pero esta es mi propuesta de selectividad. Sin embargo, mi verdadera propuesta es bastante sencilla: fuera selectividad. Se supone que el alumnado que haya aprobado Bachillerato ya tiene esas competencias, que de todas formas se siguen trabajando y desarrollando en la universidad, por lo que unas pruebas externas corregidas por un profesorado que no puede evaluar el proceso de aprendizaje de ese alumnado (porque no lo conoce) son inútiles y contraproducentes.

¿Pero cómo controlamos entonces a los centros privados y concertados que inflan la nota de su alumnado? Fácil, creando un sistema de universidades público, gratuito y universal. ¡Sí, ya sé que es una locura! Pero eso no quita que sea una posibilidad deseable. Después de todo, las utopías del ayer son las realidades del hoy. ¿A caso la sanidad pública no era también un disparate?

Que una cosa, como la universalización de los estudios universitarios, sea "imposible" de aplicar ahora mismo, no debería ser una excusa para acomodarnos en nuestro sistema actual al que estamos demasiado acostumbrados. Por eso, en vez de pensar en nuevos procesos selectivos más efectivos, quizás deberíamos plantear la posibilidad de que no existan esos procesos selectivos, la posibilidad, y la demanda política, de que los estudios superiores (incluida la FP, la eterna olvidada) sean, al igual que la educación básica, servicios públicos, gratuitos y universales.

Y aunque sea una realidad lejana, no podemos dejar de luchar por ella, y mucho menos cederle terreno a quienes quieren dar marcha atrás y privatizar no solo la educación, sino el resto de servicios públicos, reduciendo la calidad de vida de la inmensa población española. 

No suelo meterme en temas políticos (mentira), pero si has llegado hasta aquí, recuerda votar este 23J por los derechos: a la educación, a la vivienda, a la autodeterminación, a la sanidad... No dejes que te quiten esas cosas por las que tanto han luchado nuestras generaciones pasadas.



¡Y eso es todo por hoy! ¿Qué os ha parecido? ¡Me gustaría leer vuestras opiniones en los comentarios!


Yo me despido ya. Recordad que si os gusta mi contenido, me podéis seguir por aquí y en el resto de mis redes sociales para no perderos nada. Y ahora que ya estamos en verano prometo centrarme en la vertiente más literaria del blog y dejar aparcados los temas educativos. 😅

 

¡Nos vemos!


¡Nya! 😺