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domingo, 20 de junio de 2021

La Selectividad: ¿en verdad es útil?

    ¡Ay, la selectividad! Todavía recuerdo con añoranza aquella época de juventud y rebeldía. Mis compañeras y compañeros, yo incluido, esperábamos con nervios y emoción a las puertas del aula de la facultad de Economía, preparados para dar lo mejor de nosotros. ¡Nos sentíamos héroes! Mientras redacto estas líneas, miles de jóvenes, como yo hace unos años, se enfrentan a la maravillosa prueba que... Ok, esto no se lo traga nadie: ¡¡¡ERA UN INFIERNO!!!

    A ver, igual estoy exagerando un poquito, ¡pero eso no quita que no fuese una experiencia horrible y que no se la deseo ni al peor de mis enemigos! De todas formas, seguro que pensarás que es un mal necesario. Es decir, ¿de qué otra forma vamos a regular el acceso a la universidad? Bueno, si quieres aprender más sobre el tema, quédate conmigo en esta entrada sobre los exámenes de acceso a la universidad.

¿Qué es la selectividad?

    Bueno, antes de nada hay que aclarar que esta prueba no se llama selectividad desde hace muchos años. Ahora tenemos que llamarla EBAU (Evalución del Bachillerato para el Acceso a la Universidad). Aunque algunas comunidades guays le dicen EvAU (Evaluación para el Acceso a la Universidad). Lo que no saben es que en Galicia somos los más guays, le decimos ABAU porque evaluación es avaliación (uwu).

    En 1940 se le llamaba Exámen de Estado, que era estatal, aunque después cada facultad te pidiese pasar otra prueba de acceso. En 1953, Prueba de Madurez, que según la Ley de Ordenación de la Enseñanza Secundaria del mismo año, debía de hacerse después del curso preuniversitario, o PREU para abreviar. Además, esta ley trajo consigo las reválidas entre 4º y 5º y al final del 6º curso de Bachillerato. Sí, esas mismas que quería volver a instaurar la LOMCE (la historia se repite).

    Ya en 1970, la Ley General de Educación le dio fin a las reválidas. Una vez superado el Bachillerato o BUP (Bachillerato Unificado Polivalente), el alumnado debía enfrentarse a las Pruebas de Acceso a la Universidad o PAU. Estas eran muy distintas a las de ahora, pues consistían en "realizar el resumen de una conferencia, un análisis de texto, preguntas sobre Lengua y Matemáticas, y sobre dos materias optativas" (USí, 2016). Lo de la prueba oral puede parecer innovador, pero creedme, seguía siendo un exámen memorístico.

    Esta prueba fue evolucionando poco a poco a lo largo de los años (metiendo materias troncales, cambiando las puntuaciones, el temario, etc.) hasta la EBAU que conocemos ahora. Sin embargo, aunque parezca muy muy distinta, en esencia no ha cambiado absolutamente nada. ¿Es que no veis que siguen siendo los mismos exámenes memorísticos y selectivos de siempre?

Pros y contras de la Selectividad

    Analicemos ahora las ventajas y desventajas de esta prueba para poder llegar a una conclusión objetiva de si realmente estos exámenes cumplen de una manera eficaz su función *se pone gafas de 100tifiko*

PROS

Las ventajas de este examen, son, básicamente, dos de las funciones para las que fue creado. La primera de ellas es la de realizar una evaluación externa. ¿Por qué? Porque así todo el mundo parte desde el mismo punto y en igualdad de condiciones. Es una forma que tiene el Estado de evitar favoritismos, sobornos o coacciones a las que el profesorado de Bachillerato se puede ver sometido.

El siguiente pro tiene que ver con el propio apodo, selectividad, pues es un examen selectivo. Ya sé que no suena muy ético eso de impedir la entrada a una enseñanza que, si bien no es obligatoria, sí es pública. Pero pensad que unas aulas universitarias abarrotadas tampoco serían efectivas.

La realidad es así, no hay plazas para todos (aunque eso sería lo ideal), y se deben aprovechar a los más aptos. Aunque el hecho de que los más aptos sean los que mayor nota saquen también es discutible... Bueno, el caso es que a las pruebas de la EBAU podríamos llamarlas los Juegos del Hambre y no notaríamos la diferencia. Aunque podríamos decir lo mismo de todo el sistema educativo...

CONTRAS

¡Ahora sí, que empiece la escabechina!


 

Lo primero a lo que uno se le viene a la cabeza cuando piensa en selectividad es el estrés. Este es un condicionante que influye considerablemente en el alumnado. Todos nos hemos quedado en blanco alguna vez en medio de un examen, y por eso no sólo es importante aprender contenidos, sino también estrategias de resolución de exámenes y control de la ansiedad. Así que, no, no siempre se aprueba, aún habiendo estudiado.

Pero es que, además, el estrés en grandes cantidades puede resultar muy nocivo para la salud, aunque creo que esto ya quedó claro después de vivir una pandemia global. Y algunos dirán: "Rakso, es que sólo son tres días". No... No sólo son tres días... ¡¡¡SON DOS MALDITOS AÑOS!!!

Y esto nos lleva al siguiente punto: la orientación del Bachillerato hacia el aprobado de un examen. Pensad en distintos tipos de examen: tipo test, de desarrollar, de ejercicios prácticos... ¿Estudiamos de la misma forma para todos ellos? No, ¿verdad? (Si lo haces, deberías parar). 

Pues para un profesor tampoco es lo mismo enseñar para conseguir que todo su alumnado aprenda lo máximo posible, que enseñar para que aprueben un examen que ni siquiera él ha elaborado. O sea, que aun encima condiciona el proceso de enseñanza-aprendizaje, y recordemos que aprender no es lo mismo que aprobar (aunque debería).

Es que si aún lo condicionase para bien... Por ejemplo, si impulsara al profesorado a programar proyectos significativos e innovadores, pues aún bueno. El problema es que los exámenes están mal planteados. Además de sólo evaluar los conocimientos del alumnado en un momento concreto y bajo presión, las preguntas planteadas propician un aprendizaje memorístico.

Pongamos matemáticas, por ejemplo: ¿de qué sirve aprenderse todas esas fórmulas de memoria? ¿Cuál es el sentido, si son conocimientos que están al alcance de todos en internet, los libros y distintas fuentes de información? En un contexto real, su memorización es inútil. 

En otros países, las fórmulas necesarias aparecen ya escritas en los exámenes, y en los ejercicios se piden más cosas que "aplica la fórmula y resuelve la cuenta". El aprendizaje memorístico evalúa la capacidad de retención del conocimiento de una persona; el aprendizaje significativo evalúa la adquisición y comprensión de ese conocimiento.

 

Y el aprendizaje memorístico tiene otra lacra: la suspensión del pensamiento crítico. Cuando en un examen de historia leo "Desarrolla el tema del reinado de Isabel II", yo entiendo "Cuéntame todo lo que hayas leído del libro". 

La finalidad de la didáctica de la historia no es memorizar datos que sólo serán útiles en un concurso de la tele; es saber de dónde venimos para comprender nuestro presente y decidir nuestro futuro. La historia no se memoriza, la historia se piensa. Y este razonamiento se puede aplicar a todas las materias del currículum.

Pero si todavía tenéis dudas sobre esto, haced el ejercicio de Plot ro yo pedrí en el catón de Daniel Cassany. Estoy seguro de que conseguiréis responder a todas las preguntas del texto. Sin embargo, ¿habréis comprendido algo? ¿Cómo prepararíais un examen sobre ese texto?

¡Pero esto aún no acaba aquí! El mal planteamiento de los exámenes de selectividad también propicia un aprendizaje compartimentado de los conceptos. Con esto me refiero a aprenderse un tema y después el siguiente, sin apenas relación entre ellos. Esto, a su vez, tampoco ayuda nada al desarrollo del pensamiento crítico. 

Pensad en cómo se trata la historia de España en Bachillerato, por ejemplo: después de un tema, se pasa al siguiente, y al siguiente, y al siguiente... hasta acabar el temario (si es que se acaba alguna vez). Dentro de cada tema todo está compartimentado también en distintos apartados: modelo de gobierno, economía, sociedad, etc

Esto no quita que no se puedan estudiar ciertos temas por separado y de forma aislada. Al contrario, esto se hace para poder comprenderlos mejor, pero no se entenderán al completo si no se muestran en el gran cuadro, con todas sus relaciones. Sería como estudiar el estómago de forma minuciosa, sin mencionar que forma parte del sistema digestivo.

Por poner un ejemplo gráfico, ¿recordáis los quesitos del Trivial? Pues el alumnado debe aprender igual: estudiando los quesitos por separado, pero juntándolos después en el círculo para comprender su funcionamiento y relaciones en el contexto.

Pero... ¿y si todo esto es premeditado? ¿Y si el sistema educativo es consciente de todo esto, y lo hace por un oscuro propósito? Fijaos: ni en historia, ni en literatura, ni en filosofía, ni en ciencias y prácticamente en ninguna asignatura se menciona a ninguna mujer destacable, y si lo hacen, es en una hoja a parte que por lo común no suele entrar en el examen y, por lo tanto, cae en el olvido.

Por otro lado, se ha aumentado el temario de historia. Si ya antes era súper complicado darlo todo, ahora es prácticamente imposible. Esto hace que la mayoría del alumnado no llegue a dar en clase contenidos sobre la dictadura franquista, o que se impartan mal y a prisas, sin respetar los ritmos de aprendizaje. La falta de tiempo también obliga al alumnado a "chapar" contenidos sin comprenderlos.

Además, en los exámenes de historia de la EBAU se pueden escoger los temas a contestar, pudiendo seleccionar entre estudiarse o el siglo XX o no. ¿Y adivinad qué? La mayoría del alumnado se decanta por no estudiarlo. Y no les culpo, yo hice lo mismo en su día. Y debo confesar que lo que sé sobre historia contemporánea de España lo aprendí en Twitter.

¿Qué quiero decir con esto? Pues que puede, o puede que no, se esté haciendo una selección de contenidos desde arriba con el objetivo de eliminar aquellos que no interesan, aquellos susceptibles de hacer pensar al alumnado. Sin ir más lejos, con la ley LOMCE se eliminó la materia de filosofía como una asignatura obligatoria del currículum de 2º de Bachillerato. Y esto no sólo lo digo yo...

A esto en educación se le llama currículum oculto, o sea, aquello que se enseña de forma implícita e inconsciente al alumnado. En este caso, sería más bien lo que no se enseña. Es muy preocupante saber, por ejemplo, que el 70% de los jóvenes no saben quién es Antonio Tejero, y quien no conoce su historia está condenado a repetirla. ¿Es eso lo que pretende el sistema educativo?

Ya para acabar, y para salir también del campo de las especulaciones (pero con fundamento), decir que el examen de selectividad pone en desigualdad al alumnado. Sí, la evaluación externa pretende que el alumnado parta en igualdad de condiciones, pero no tiene en cuenta las diferencias de dificultad entre los exámenes de distintas comunidades. Y eso sin hablar de la existencia de academias privadas a las que no todo el mundo tiene acceso. Por lo tanto, serán aquellas personas que se puedan costear esa ayuda extra la que más preparada esté.


Conclusión

 

La Fábrica de Francesco Tonucci (Fratto)

Antes de decir lo que yo pienso sobre las pruebas de acceso a la universidad, me gustaría que vosotros pusieseis en los comentarios, después de reflexionar, vuestra propia opinión. Y lo mismo si hay alguna ventaja o desventaja que no he mencionado, o que pensáis que se puede matizar. De esta forma, podemos aprender entre todos.

Ahora bien, el examen de selectividad tiene como finalidad evaluar al alumnado que desea acceder al sistema universitario de una forma igualitaria para seleccionar al más apto. Sin embargo, después de todo lo dicho, considero que las pruebas están mal planteadas que no cumple esta función. Es decir, el alumnado que aprueba no es el que más sabe, sino el que memoriza más rápido.

Ya el hecho de que el examen sea selectivo suena injusto, pero bajo estas circunstancias lo es todavía más. Si bien es cierto que el problema no es sólo de esta prueba, sino del sistema escolar al completo, que se encarga de filtrar al alumnado. Así, al Bachillerato llegan aquellas personas que han logrado pasar por los coladores anteriores, y que en principio está acostumbrada a trabajar con una metodología memorística.

Sin ir más lejos, el índice de aprobados de selectividad del año pasado, aunque descendió un poco, presumiblemente por la pandemia, se mantuvo por encima del 93% (para más información, pinchar aquí). Es un porcentaje de aprobados bastante decente, si me preguntáis, pero que el sistema funcione, no significa que funcione bien ni que sea justo.

Entonces, ¿qué hacemos? ¿Eliminamos la selectividad? En ese caso para acceder a la universidad habría que pasar una prueba de acceso para cada carrera o facultad, reglado por el propio centro. De esta forma, la desigualdad sería mucho mayor, pues cada centro pediría distintos requisitos, pero el alumnado saldría de la misma educación común obligatoria. Por lo tanto, obligaría a entrar en alguna academia privada a quienes quieran preparar la prueba de acceso, como ocurre hoy en día con los estudios del conservatorio, por ejemplo.

¿Es necesario, por lo tanto, un examen estandarizado que regule el acceso a la universidad pública para disminuir desigualdades? Pues lo cierto es que no lo sé. Está claro que es necesario cambiar los exámenes de selectividad para que promuevan un aprendizaje más significativo, con preguntas que animen a la reflexión y argumentación, y no sólo la memorización. Esto es, actividades de aplicación en las que realmente se demuestre la comprensión de los contenidos.

Pero, ¿qué pasaría si el único requisito para acceder a la universidad fuese estar en posesión del título de Bachillerato, sin tener que pasar ninguna prueba? La entrada a la universidad, en el caso de haber plazas para todo el mundo, sería directa. El problema surgiría cuando el número de plazas ofertadas no fuese suficiente, lo cual sucede casi siempre. 

En ese caso, ¿cuál sería el criterio a seguir? ¿La nota media de Bachillerato? Entonces volveríamos a la desigualdad, a no ser que reforzásemos la inspección educativa para evitar casos de sobornos y notas infladas. Por otra parte, ¿se podría reforzar el sistema de universidades para asegurar una plaza a todo el mundo? Puede sonar como una utopía, pero lo mismo se decía cuando se pretendió universalizar la Educación Primaria. Además, los sueños de hoy son las realidades del mañana, ¿no?

La sociedad está evolucionando, y la educación debe hacerlo con ella. Actualmente estamos en una época de cambio, y en vez de escribir una entrada sobre "cómo estudiar para selectividad", que ya hay un montón de vídeos sobre eso, prefería hacer una publicación que invite a la reflexión. (Además de que al ritmo que llevo no me iba a dar tiempo a subir nada antes de selectividad :D)

A veces hacemos cosas de forma mecánica, sin pensar en si hay una forma mejor de hacerlo, y nos conformamos. Por eso, me gustaría saber vuestra opinión: ¿qué pensáis de la prueba de la ABAU? ¿Ha cambiado vuestra opinión después de leer esta entrada? ¿Se os ocurre alguna propuesta de mejora o alternativa? ¡Os leo en los comentarios!


Yo me despido ya, no sin antes recordaros que me podéis seguir en el blog si os gusta mi contenido para no perderos ninguna actualización. También tengo un Twitter (@LiteratoRakso) donde aviso de las actualizaciones del blog, escribo microrrelatos y mucho más. Y, por supuesto, también tengo un Wattpad (@RaksoLiterato), aunque últimamente está lleno de telarañas (#exámenes). Pero prometo que dentro de poco sabréis cosas de mi por esa red social, estoy maquinando algo... uwu...

 

¡Esto es todo por hoy!

 

¡Hasta la próxima! ¡Nya! 😺💟



Para los gatos curiosos...

 
  • Muñoz Vitoria, F. (1992).El sistema de acceso a la universidad en España: 1940-1991 (tesis doctoral). Universidad Complutense de Madrid. Recuperado de: https://eprints.ucm.es/id/eprint/2294/
 

 

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