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miércoles, 23 de septiembre de 2020

Rakso Educa: ¿Qué narices es una Bullet Journal?

 

Imagen de Amanda Randolph en Pixabay

Estoy seguro de que, si eres estudiante, has oído hablar alguna que otra vez sobre este instrumento de organización, la Bullet Journal, pero nunca has sabido exactamente lo que es. Pues para eso estoy aquí, para aclarar todas tus dudas y, si te animas, a ayudarte a aplicar este método en tu día a día. Pero si ya lo conocías y lo usas actualmente, ¡también te puede interesar esta entrada! Durante los tres años de experiencia que tengo en su uso, he aprendido varias cosas, sobre todo errores que muchas personas, tanto novatos como experimentados, hemos cometido (o cometemos). ¡Así que nunca está de más echarle un ojo! De igual forma, puedes comentar cual ha sido tu experiencia con la Bullet Journal y enriquecer entre todos esta entrada. Sin más dilación, comencemos...


¿Qué es la Bullet Journal?

Es un método de organización patentado por Ryder Carrol que consiste, a grandes rasgos, en el uso de una libreta en blanco y distintos puntos o bullets para apuntar, literalmente, cualquier cosa y en el mismo soporte, pero manteniendo un orden lógico. Su creador, que presentaba un déficit de atención, se dio cuenta de que necesitaba un método que le ayudase a centrar todo su esfuerzo en aquello que quería conseguir, ya que presentaba una mayor dificultad para eso que el resto de sus compañeros. Al ir perfeccionando ese método, también se percató de que no sólo podría ayudarle a él, sino a todo el mundo. Por eso, lo fue haciendo cada vez más y más flexible para que se pudiese adaptar a cualquier persona. Así nació lo que hoy conocemos como Bullet Journal.

Y llegados a este punto estaréis pensando en qué es lo que hace a la Bullet Journal tan especial y qué la diferencia de una simple agenda. Pues en realidad son varias cosas, así que vayamos por partes.

Para empezar, una agenda nos trae unos "moldes" ya hechos a los que tenemos que adaptar, mientras que una Bullet Journal es simplemente un cuaderno en blanco. ¡Tú escribes los apartados, tú tienes el control! Una de las características de las agendas de la que se suelen quejar más personas es en los apartados de los sábados y domingos, que normalmente son más pequeños que el resto de la semana. Sin embargo, para mucha gente este espacio puede ser insuficiente. Así mismo, el espacio del resto de la semana puede ser demasiado, provocando un gasto de papel innecesario. En resumen, con la agenda, tú te adaptas a ella; con la Bullet, ella se adapta a ti.

Relacionado con el punto anterior, lo que apuntas en una agenda no sólo está limitado al espacio, sino también al apartado. Es decir, si tienes ocho exámenes finales, pero la agenda sólo cuenta con espacio para cinco, tienes un problema. ¡Pero si la agenda, directamente, no tiene apartado de exámenes finales, tienes un problema mucho mayor! Ese inconveniente no existe en la Bullet Journal, ya que, como he dicho antes, tú creas los apartados. ¡Y cualquier apartado es válido! Tanto exámenes, como planes de estudio, hasta ideas para una fiesta de cumpleaños o el storyboard de tu próximo cómic. El gran problema de Ryder Carroll con las agendas es que no le permitían anotar todo lo que él quisiera, teniendo que recurrir a post-its, otras libretas, notas en el móvil,... ¡Al final todo se volvió un caos! La información le llegaba de todos lados, y su déficit de atención no ayudaba. Por eso, tuvo que idear un método en el que poder tener todo en el mismo sitio. La Bullet Journal, con su índice, sí se lo permite.

Pero la mayor diferencia entre una y otra está en la productividad y la motivación. La productividad se refiere a lograr el mayor número de cosas en el menor tiempo y con el menor esfuerzo posible; mientras que la motivación es lo que le da sentido, es la meta a la que queremos llegar con nuestra productividad. Si usamos una carrera como metáfora, la productividad sería la velocidad y la motivación es el camino a seguir. La productividad es el qué y la motivación es el por qué. El problema de las agendas es que se centran demasiado en la primera y muy poco o nada en la segunda, y de nada nos sirve correr rápido si no sabemos a dónde vamos. Ryder Carroll empleaba la metáfora de la rueda de hámster, en la que no sirve de nada ir más rápido, porque de todas formas no nos moveremos del sitio. Como decía, la agenda es un método muy rígido que sólo nos deja apuntar determinadas cosas en espacios genéricos preestablecidos, sin posibilidad de cambio. Tampoco nos deja espacio a la reflexión, porque sabemos que si usamos una agenda seremos productivos, pero, ¿podemos serlo más? ¿Podría perfeccionar mi forma de organización y ser más eficiente? Eso no importa, porque, total, no puedes.

Sin embargo, la Bullet Journal, siendo mucho más flexible, sí permite todo esto. Para empezar, puedes crear apartados específicos dedicados a la productividad e incluso a la motivación. Además, el propio método te obliga a reescribir una y otra y otra vez todas las tareas que aún no hayas finalizado, por lo que, el simple hecho de copiar de nuevo te hace pensar: ¿realmente necesito hacer esto para alcanzar mis metas? ¿Merece la pena? ¿Me hará feliz? Por eso el propio creador manifiesta que la Bullet Journal presenta una parte importante de mindfulness, que nos ayuda a organizar no sólo nuestras tareas físicas, sino también nuestra mente, y nos hace crecer como personas. Y sé que esto puede sonar un poco esotérico de más, pero lo cierto es que el mindfulness es una práctica psicológica que nos ayuda a focalizar nuestra atención y vivir en el momento presente. ¡O sea, que es ideal para las personas como Ryder Collar! Aunque este término se suele asociar con la mera meditación, en realidad va mucho más allá. ¡Es casi una filosofía de vida!

Quiero recordar, no obstante, que ni la Bullet Journal es mejor que una agenda ni viceversa. Al final, son sólo métodos de organización, y si nos funcionan a nosotros, entonces son perfectos. Pero lo que para una persona le sirve como anillo al dedo, a otra puede no entrarle ni con calzador. Cada uno debe buscar el que mejor se adapte a sus necesidades y su forma de trabajar y vivir, y a partir de ahí perfeccionarlo cada vez más y más hasta hacerlo nuestro.

 

 ¿Cómo se usa una Bullet Journal?

 

 No voy a entrar en detalles porque hay muchísimos vídeos en youtube que enseñan cómo empezar una Bullet Journal. Sólo me limitaré a recomendaros este vídeo, del canal oficial de la Bullet Journal de YouTube, que lo explica maravillosamente y de una forma muy simple, perfecta para principiantes (y con subtítulos en español). A mayores, os daré algún que otro consejo para empezar vuestra primera Bullet Journal y no caer en el intento:

 

    1. Tómate el índice en serio

Sí, sé que cuando nuestra libreta no está numerada es muy cansino tener que hacerlo nosotros mismos, pero de verdad que es necesario. Sino, tu Bullet Journal será un auténtico descontrol y perderá todo el sentido. Mi consejo es que la numeres toda de una tacada, y así ya queda hecho. 


    2. Keep it simple

Muchos canales de YouTube se dedican últimamente a subir vídeos de sus Bullet Journal, las cuales están decoradas hasta la saciedad. Y no me malinterpretéis, está bien que queráis decorarlas y dibujar en ellas. Yo mismo utilizo rotuladores de colores para clasificar ciertas cosas porque me ayuda a organizarme mejor. ¡Pero que quede claro que es una opción, no una obligación! No dejes que la parte decorativa te aleje de la parte productiva. Muchas personas abandonan el método porque piensan que es una pérdida de tiempo, y, a ver, si te pasas la vida haciéndole dibujitos, pues sí que lo es. Pero ya habéis visto la Bullet Journal de Ryder Carroll, su creador. Lo importante es que esté limpia y organizada, los adornos son superfluos. Por eso, sobre todo si estás empezando, te recomiendo que no te excedas con la decoración y te centres en construir primero los cimientos.


    3. Si no te gusta algo, cámbialo

Recuerda que la Bullet Journal es un método flexible que se tiene que adaptar a ti, no tú a él. ¿Te resulta más cómodo escribir el mes en cuadrícula en vez de en vertical? Hazlo. ¿Necesitas a mayores un registro semanal? Hazlo. ¿Quieres llevar control de tu estado de ánimo para observar cómo influye en tu productividad? Hazlo. ¡Eres libre de hacer lo que quieras! Bueno, no del todo... Para poder considerar a un cuaderno como una Bullet Journal debe tener los elementos básicos mostrados en el vídeo: índice, registro futuro, registro mensual, registro diario y, por supuesto, usar viñetas o bullets. A partir de ahí, puedes añadir lo que desees, desde la organización de tu menú semanal hasta una página de ideas o dibujos sueltos.


    4. No tengas miedo a equivocarte 

Yo siempre digo que el error es parte del proceso de aprendizaje. Si no fallásemos, ya sabríamos todo y no aprenderíamos nada, y ese no es el caso. No hay una forma errónea de hacer tu Bullet Journal, sino formas mejores de utilizarla. Es normal que al principio sientas que no se adapta del todo a ti, y eso es porque todavía tienes que hacer algún cambio. Por eso, si te animas, puedes probar el método durante uno o dos meses y ver qué tal te va, y así ir modificando cosas y puliendo impurezas hasta que lo hagas tuyo.

 

 5. ¿Puedo aplicar la Bullet Journal a un formato digital?

Técnicamente, sí. Pero si Ryder Carroll no lo hace es por una simple razón: los móviles, las tablets, los ordenadores,... tienen muchas distracciones, y lo que él pretendía conseguir era un método que le ayudase a atender. Usar una aplicación en el móvil como Bullet Journal le resultaría demasiado tentador, y acabaría viendo vídeos en YouTube o jugando al Angry Birds. Pero si tú no te distraes tan facilmente, pues claro que puedes. Pero recuerda el porqué lo haces así, qué ventajas te trae hacerlo de esa forma, sino perderías la dirección.

 

    6. Bullet Journal para niños

La Bullet Journal es un método organizativo para todas las edades y, de hecho, muy útil para los niños. Como apunté antes, Ryder Carroll la creo para ayudarle a gestionar su déficit de atención. Sin embargo, es verdad que requiere de una autonomía mayor que otros métodos de la que pueden carecer. Esto no significa que no puedan usarlo, sino que van a necesitar un pelín de ayuda extra a la hora de tomar decisiones. Por eso, muchas veces se opta por enseñarles antes de nada, sobre todo en clase, a usar una agenda, que ya les trae todo indicado y así que no hay lugar a dudas. Ninguna de las dos opciones tiene nada de malo, pero la elección debería ser siempre del niño. Así que, si tienes la suerte de tener un hijo (o alumno) que quiere comenzar su propia Bullet Journal, recuerda que es suya, no tuya. En muchas ocasiones te pedirá ayuda, pero tú no tienes la respuesta, las decisiones sobre su Bullet Journal sólo las puede tomar él, así que no impongas nada. Limítate solamente a aconsejar (puedes guiarte por estos consejos también) y recordarle los principios básicos de la Bullet Journal. Deja también que cometa sus propios errores, ya que es la única forma en la que va a aprender, y luego, cuando los analicéis, ¡no se los eches en cara! Ten siempre en mente que obligar a una persona que está aprendiendo a no fallar es como obligar a un pez a respirar fuera del agua.

 

 Bueno, ya me he cansado de hablar, así que ahora te toca a ti: ¿Te ha convencido el método de la Bullet Journal? ¿Te animas a aplicarlo en tu día a día? ¿Si ya lo usas o lo usaste, qué fallos has cometido más? ¿Haces alguna cosa en especial que te ayuda a organizarte mejor? Podéis dejarme todo esto y más en la caja de comentarios, yo estaré encantado de leeros y contestaros. Y si os gusta mi contenido, podéis seguirme aquí o en mi Twitter (@LietartoRakso) para no perderos ninguna actualización.

Yo me despido ya.

¡Nos vemos la semana que viene! 😸

jueves, 17 de septiembre de 2020

Rakso Opina: ¿Una vuelta segura?


 

Quería transmitir tranquilidad, quería haceros sentir seguros y seguras en la vuelta al cole. Y desde luego que no quería tener que llegar a estos extremos. Pero es que es imposible. Las medidas de seguridad se caen a pedazos. Por eso, por primera vez en mi vida, he hecho algo: ¡me he leído el DOGA! (El DOGA, para quien no lo sepa, es el Diario Oficial de Galicia, algo así como el BOE pero a nivel autonómico. Porque, si no lo sabíais, soy gallego). Pues, como iba diciendo, me he leído el Protocolo de adaptación al contexto del COVID-19 en los centros de enseñanza no universitarios de Galicia para el curso 2020/2021 (la versión del 22/07/2020 y su posterior actualización del 31/08/2020), lo he analizado y hoy os traigo los fallos más destacables de dicho protocolo. Abrochaos los cinturones, porque esto se va a poner serio.

 


 El peor problema que yo le veo es que los protocolos no atienden al impacto psicológico que estas medidas puedan tener en los niños. En el DOGA aparecen las medidas a tomar si un alumno presenta síntomas compatibles de COVID-19 en el aula, pero en ningún lugar nos comenta qué tendríamos que hacer si un alumno se pone a llorar porque tiene miedo a ser contagiado o a contagiar a alguien. Ya comenté un poco este aspecto por encima en mi anterior entrada sobre la vuelta al cole, pero el problema va mucho más allá. ¿Qué pasaría si un niño se contagia de COVID-19 en el aula y este se lo contagia sin querer a sus abuelos y uno de ellos muere? La culpa, claro está, no sería de nadie o, en todo caso, sería del centro. ¡Pero el niño va a cargar igualmente con la culpa! En su mente, él ha matado a su abuelo.

Y es que todo el mundo tiene miedo a la muerte, y los niños todavía más, en parte porque los adultos intentamos alejar ese tema del mundo infantil, cuando en realidad la muerte no entiende de edades. No obstante, a veces la seguridad excesiva transmite más miedo aún. Si ponemos a todo un ejército patrullando las calles todos los días, no nos sentiremos seguros, sino que pensaremos que estamos bajo constante amenaza. Después de todo, ¿por qué si no íbamos a necesitar tanta milicia en las ciudades? ¿Y os habéis imaginado cómo se sentirá el alumnado cuando llegue a las aulas y estén llenas de mamparas, cuadrados pintados en el suelo, sin poder moverse libremente y entrando y saliendo de las aulas como si fuesen al paredón? Pues eso.

Otro gran problema, que además aumenta el miedo en el alumnado, es que no hay coherencia. Al principio la distancia mínima interpersonal en las aulas para poder estar sin mascarilla sería de dos metros, lo aconsejado por la OMS. Luego la Xunta se dio cuenta de que no hay centros con aulas tan grandes, así que disminuyó la distancia a un metro y medio sin mascarilla. Los docentes pidieron que se contratase a más personal y se disminuyese el ratio de alumnos por aula. Lo que hicieron fue decretar el uso obligatorio de mascarillas y reducir la distancia mínima interpersonal a un metro. O sea, que en las terrazas de las cafeterías tienes que estar a dos metros y en el cole no. ¿Es, acaso, el COVID-19, menos agresivo en las aulas, o cómo va esto? ¡Que los niños no son tontos y de esto se enteran! No, no, es que lo mejor es cuando dicen que los estudios demuestran que con un tono de voz bajo, las partículas de saliva a través de las cuales se transmite el COVID-19 no llegan a viajar un metro. Ahí es cuando me di cuenta de que quien redactó este documento no ha pasado por un aula de cualquier nivel educativo en su vida. 

Por suerte, en la actualización del protocolo aumentaron de nuevo la distancia mínima en el aula a metro y medio. Supongo que se darían cuenta de que las aulas no destacan por el uso de un tono de voz bajo... Como veis, no paran quietos, y es que cada día llegan protocolos nuevos desde la Xunta, que esto parece más el baile de la yenka. Si vamos a aprender algo este curso los docentes es a soportar la bebida, porque a este paso o nos damos al alcohol o nos defenestramos. Ha habido centros que han tirado paredes enteras para habilitar sus aulas a las nuevas medidas y luego no les ha servido para nada. Con cada protocolo, como es normal, viene otro gasto de dinero, y ya hay numerosos centros en números rojos. Así, lo único que se consigue, es desgastar aún más el sistema de Educación Pública español.

Imagen de PublicDomainPictures en Pixabay

Y esto sin hablar de la payasada de las aulas burbuja, o, como las llaman en los documentos oficiales, Grupos de Convivencia Estable. Para quien no lo sepa, un aula burbuja está compuesta por un grupo reducido de alumnado cuyo contacto con el resto del centro es poco o nulo, por lo que el uso de mascarilla y la distancia de seguridad serían prescindibles. Así, de haber un caso de COVID-19 en ese grupo, sólo sería necesario confinar a esa aula burbuja. ¡Pero vamos a ver! ¿Es que los hermanos no existen? ¿Los niños no van a clases extraescolares y particulares? ¡Es imposible evitar el contacto del alumnado de un centro! Dentro del recinto aún lo puedes intentar, pero fuera de él no puede. La burbuja va a explotar.

A mayores, en las aulas burbuja también hay otra persona, una figura imprescindible sin la cual no podría haber clase. ¿Sabéis cuál es? Lo habéis adivinado: ¡el profesor! Y el profesor, además de tener su propia vida, entra en contacto con otros profesores y alumnos del centro. Es verdad que el personal docente debe llevar mascarilla todo el rato, pero recordemos que las mascarillas quirúrgicas, las que recomienda la OMS, sólo protegen a las personas que nos rodean, no a nosotros mismos. Es decir, sólo son realmente efectivas si todo el mundo las lleva. O sea, que no sé a quién se le ocurrió esta idea, pero ha descubierto el Mediterráneo.

Imagen de myrfa en Pixabay
 

El siguiente fallo es que aumenta el peso burocrático sobre el personal docente, sabes, como si ya no tuviésemos bastante. Que más que maestros parecemos casi oficinistas. Veréis, el protocolo de prevención contempla la creación de un Equipo COVID-19 en cada centro, formado por el titular de la dirección y otras dos personas (que acabarán siendo el resto del equipo directivo, es decir, vicedirector y jefe de estudios, porque no se va a presentar nadie voluntario ni harto de vino). Este equipo tiene muchísima responsabilidad y nuevas tareas dentro del centro, tales como planificar la disposición de las aulas según el protocolo de turno, elaborar un presupuesto donde se reflejen los gastos derivados a cumplir tal protocolo, organizar las entradas y salidas al centro y a cada aula, compartimentar el patio del recreo, preparar un aula COVID-19, redactar un protocolo de actuación en caso de que se de uno o varios casos positivos en el alumnado o profesorado, gestionar esos casos si es que se dan,... Además de redactar un documento llamado "Plan de Adaptación a la situación COVID-19 en el curso 2020/2021" y ser las personas a las que todo el centro, incluidas las familias, acudirán en caso de dudas sobre el protocolo.

Y a todo esto se le suma el resto de competencias que ya tenían, entre ellas, la docente. En consecuencia, la calidad educativa se verá reducida considerablemente. Los profesores serán ahora rastreadores de COVID-19 más que docentes. Y, por supuesto, sin preparación, o sea, a nadie le han enseñado nada de esto en la carrera. Los equipos directivos están haciendo todo lo que pueden con los medios de los que disponen, pero no son epidemiólogos, no son expertos, ¡no tienen formación sobre este tema más allá de la información que le llega a cualquier hijo de vecino a través de los telediarios! Es decir, saben tanto como nosotros sobre protocolos: nada. Y por eso se están sucediendo dimisiones masivas de equipos directivos en Galicia y en todo el país, nadie se quiere meter en ese berenjenal. Yo, personalmente, me pego un tiro.

Pero el mayor handicap de este protocolo es el siguiente: yo no sé quién redacto este documento, pero sí dónde lo redacto: en los mundos de Yupi. Si es que, en sí, el protocolo no es tan malo, al contrario, tiene cosas muy bien pensadas, cubre muchos aspectos y tiene posibilidades de funcionar. Si todos cumplimos las medidas de seguridad, no tiene por qué pasar nada. ¡Ja! ¿Habéis oído hablar de la Ley de Murphy? Además de ser una copia barata de Phineas y Ferb, es un enunciado basado en un principio empírico que dice: "si algo puede salir mal, saldrá mal". Hagamos caso al señor Murphy. Este protocolo es como una cadena, pero una cadena de porcelana china. Con que se rompa un sólo eslabón, toda la cadena se va a la chucha, ¡y es muy fácil que eso pase! 

El protocolo puede funcionar muy bien en la teoría, pero llevarlo a la práctica es imposible. Se necesitaría una cantidad de personal docente que no hay (bueno, sí hay, pero no los contratan), una cantidad de aulas por centro de las que no disponemos y un ratio de alumnado por aula que desde la Xunta se niegan a aplicar. ¿Por qué? Porque bajar el ratio supondría subvencionar a los centros públicos para que se construyesen más aulas y pagar a más profesores, y no hay dinero, porque cierto gobierno de color azul se ha tomado muy en serio eso de que en Educación Primaria sólo se pinta, corta y colorea y ha empezado a recortar pero a lo bestia en educación desde tiempos inmemorables. Pero es que, aunque hubiese ese personal, todavía sería extremadamente difícil cumplir el protocolo a rajatabla, hay muchísimas variables, demasiada complejidad. ¡Si a mí me dio dolor de cabeza con sólo leerme el DOGA!

En conclusión, el protocolo no se adapta a... ¡Ah, casi se me olvida! Las FP, las grandes olvidadas, en este caso, también son olvidadas. Las medidas para los centros en los que se imparten dichos ciclos son básicamente las mismas, pero no se tiene en cuenta las peculiaridades que tienen muchas FP, y es que requieren el uso de material compartido en el aula. Por ejemplo, en los talleres de carpintería, estudios como escultura, conservatorios de música...  En estos últimos, la única indicación a mayores es aumentar la distancia a tres metros en los ensayos con instrumentos de viento (me supongo que el órgano no cuenta). Pero en una orquesta no sólo hay instrumentos de viento, ¿cómo hacen para mantener la distancia? ¿Se ponen todos a tres metros mínimo? ¿Los instrumentos de viento están más separados que los otros? Las especificaciones sobre las enseñanzas que no son obligatorias, tales como los ciclos o las enseñanzas artísticas, son muy muy vagas. Este tipo de estudios tienen unas características propias que no se pueden tratar por encima o simplemente ignorar.

Ahora sí, en conclusión, el protocolo no se adapta a la realidad educativa que vivimos en España. Y diréis que Rakso sólo sabe criticar, pero para que veáis que eso no es cierto, os propongo una solución. Un protocolo súper sencillo y funcional que, aunque parezca increíble, creo que sólo se me ha debido ocurrir a mí: educación en línea para el alumnado de la ESO para arriba. Y ahora es cuando los de 2º de Bach se me echan al cuello. Pero, como todo en este mundo, esto tiene una razón de ser. Por favor, dejad que os la explique.

Imagen de Alexandra_Koch en Pixabay
 

El alumnado de Infantil y Primaria no tiene la autonomía suficiente como para gestionar una educación en línea. Ya no sólo por la dificultad que implica la utilización de una herramienta informática de forma autónoma, sino porque a esa edad es muy importante el contacto con el docente para el aprendizaje y la interacción social. Además, la función de custodia de los centros escolares es clave en esas etapas educativas. Dicho de otra forma, los padres no pueden dejar a sus hijos de seis años solos en casa, pero a partir de los doce, sí.

De esta forma, tendremos a los institutos, centros de FP y universidades prácticamente vacíos, y el alumnado de Infantil y Primaria puede ser ubicado en ellos para cumplir con las distancias de seguridad. En ese caso, los protocolos serían mucho más fáciles de seguir y el alumnado de todos los niveles estaría más protegido. Por supuesto, habría que tener en cuenta ciertos estudios en los que la semipresencialidad sería inevitable, como los que ya comenté antes. Pero creo que se librarían espacios suficientes como para acoger al alumnado de Infantil y Primaria. Digo creo porque no lo sé a ciencia cierta, que tampoco lo he investigado. No me pagan para ello, pero creo que merecería la pena estudiar esta posibilidad.

Y muchos me diréis "¿Qué pasa con la igualdad de oportunidades? ¡No todas las personas tienen acceso a internet y a ordenadores!" Y mi respuesta es: en vez de gastar el dinero de los centros en reformas inútiles que cambian cada dos por tres, se puede invertir en blindar el sistema de educación en línea dotando a todo aquel alumnado que lo precise de material informático y conexión a internet. Sobra decir que ningún profesor deberá dar por supuesto que su alumnado sabe utilizar un ordenador, y es su deber como educador enseñarle a hacerlo, y nunca esto se debe de convertir en una barrera para el aprendizaje. En consecuencia, se deben hacer las adaptaciones curriculares que sean necesarias, y sobre todo, adaptar la metodología a las clases en línea.

Y es que lo que hemos vivido este confinamiento no era aprendizaje en línea, era un burdo intento de imitar la educación presencial en un modelo a distancia, lo cual es imposible. La mayoría del profesorado español no está formado en educación en línea, como es lógico. Pero lo que tendrían que haber hecho es informarse de las mejores metodologías a aplicar con este medio, no pretender encajar con calzador los métodos que se usan en las aulas. Es otro entorno, no va a funcionar. Es como las hermanastras de Cenicienta que se cortan los dedos de los pies para que les sirva el zapatito de cristal, y ni aún así les queda bien.  

Sobre el alumnado de 2º de Bachillerato: sé que los nervios por la temida selectividad están a flor de piel, y queréis tener un contacto más cercano con vuestros docentes. Por eso desecháis la educación en línea. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, el modelo de educación en línea puede llegar a ser mucho más personalizado y útil que el presencial, sobre todo en niveles educativos superiores.

Aunque, cuando no se sabe (y tampoco se mira por saber) pasa lo que pasa, que hacemos exámenes en línea donde todo el mundo copia porque los exámenes son una forma espantosa de evaluar el aprendizaje en una modalidad a distancia. Bueno, son una forma espantosa de evaluar en general pero eso lo dejo ya para otro día. Por eso, además de establecer la educación en línea desde la ESO (con excepciones), reubicar al alumnado de Infantil y Primaria en los edificios vacíos e invertir en asegurar la igualdad de oportunidades, se debe formar al profesorado en este tipo de educación para que la calidad educativa se resienta lo menos posible. (Que a ver, lo ideal sería que todo fuese presencial si hubiese espacios suficientes, pero todos sabemos que no los hay).

Imagen de OpenClipart-Vectors en Pixabay

Pero seamos realistas, estas ideas no son tan complejas, a cualquiera se le podrían haber ocurrido. Si no se aplican, será por dos posibles razones: intereses y/o dinero. Y ese ya no es mi terreno. Entonces, ¿qué podemos hacer nosotros? Protestar. La protesta ha sido la herramienta que el pueblo ha tenido desde hace años para provocar avances sociales. Debemos protestar y exigir que no jueguen con la salud de nuestros hijos, ni de los profesores y el personal no docente de los centros; para que se tomen medidas significativas que aborden los problemas desde la raíz y no de forma superficial; para que aumenten las contrataciones y disminuya la ratio; para que la educación, que marcará el futuro económico de nuestro país, y el futuro profesional de nuestros hijos, se tome en serio de una maldita vez. Y, ahora sí, ya me podéis linchar.


Como siempre, si os gusta mi contenido, os invito a seguirme para no perderos ninguna actualización, aquí en el blog o en mi Twitter (@LiteratoRakso)Y disculpad por esta entrada que ha cobrado un tono algo político. Este blog está dirigido a la divulgación educativa y literaria, pero precisamente por eso sentí que era mi deber alzar la voz sobre este tema tan delicado e importante, porque no me parece normal lo que se está haciendo con el sistema educativo, que es la columna vertebral de todo país. De todas formas, he intentado mantener el humor que me caracteriza, así que espero que hayáis sacado algo en limpio de todo esto a la vez que os entreteníais.

Podéis dejarme en los comentarios qué es lo que pensáis sobre... sobre todo esto, así en general. ¡Cualquier opinión es válida, no os cortéis! Yo, por mi parte, me despido. No sé si se nota, pero he escrito todo esto de una tacada, porque es un tema que realmente me enerva y me enciende. He acabado exactamente a las 1:30 h y me voy a la cama pero ya.

¡Buenas noches y hasta mañana! uwu (O buenos días, no sé, cuando quiera que publique esto).

P.S.: Para aquellas personas que estén esperando por la entrada sobre la Bullet Journal, la semana que viene tendréis buenas nuevas... OwO

 



viernes, 11 de septiembre de 2020

Rakso Educa: Vuelta al cole en tiempos de COVID

 

Imagen de Annmariephotography en Pixbay

 It's the most wonderful time of the year... En realidad llego bastante tarde, teniendo en cuenta que ya empezaron las clases la mayoría del alumnado de Primaria, así que... seré breve. Hoy os traigo cinco consejos para una vuelta al cole segura:

 

1. Establece una rutina estable

Puede parecer que estoy siendo algo pesado con esto de la rutina, pero es que es muy importante, ya no sólo en tiempos de COVID-19 sino en general. En verano, nuestra rutina cambia, es más flexible y, a veces, directamente, desaparece. Durante el curso, no nos podemos permitir eses lujos. Las clases empiezan y acaban siempre a la misma hora, tenemos un horario para comer, clases extraescolares, etc. Tenemos que movernos según ese horario. Mi recomendación es que, a los que aún les queda algo de tiempo antes de volver al cole, empecéis ya ahora a adaptaros a la rutina del curso de forma progresiva. Esto es, si os estáis levantando a las nueve en vacaciones pero os tenéis que despertar a las siete durante el curso, no saltéis directamente de nueve a siete. Primero empezad por las ocho y media, las ocho,... y así hasta las siete. Esto os va a ayudar a levantaros el primer día de clase con más energía, porque le habéis dado tiempo a vuestro cerebro a acostumbrarse a madrugar.

A la gente no le suele gustar la rutina porque lo asocia con aburrimiento, con hacer lo mismo todos los días. Y nada más lejos de la realidad, podemos estudiar siempre a la misma hora, ¡pero no estudiamos siempre lo mismo! Además, tenemos que dejar siempre hueco para el descanso y las actividades lúdicas, súper importantes y necesarias para poder desconectar y darle una pausa a nuestro cerebro. Seguro que todavía hay gente que no está muy convencida, pero de verdad que una rutina estable acostumbrará a vuestro cuerpo a estar activo en las horas que debería, y a apagarse en las horas de sueño, por lo que seréis mucho más productivos, estudiaréis mejor, atenderéis mejor en clase y os sentiréis más realizados.


2. Añade un ordenador portátil a la lista de materiales

(Obviamente, si ya tenías uno, no necesitas otro). Un ordenador no va a ser sólo necesario para las clases online, que no todos vamos a tener. Por culpa del COVID-19, los contactos entre alumnado y profesorado han de ser mínimos. Esto significa que no vamos a poder entregar trabajos en formato físico, ni los maestros de Primaria podrán pedir las libretas a sus alumnos. Todo esto no va a desaparecer, sino que se va a transformar. En vez de tener una libreta, los niños pueden tener una carpeta compartida en Drive con el profesor; los trabajos en grupo, para evitar contactos, se pueden hacer online; en vez de salir a la pizarra, podemos usar una pizarra online interactiva... Si esta pandemia tiene algo bueno es que hemos avanzado en el campo de las TIC en la educación lo que no habíamos avanzado en años. Durante el confinamiento, muchos maestros que no tenían ni idea de como se encendía un ordenador han aprendido en un tiempo record a hacer videollamadas, mandar tareas por el aula virtual, programar actividades digitales, ¡y mucho más!

Sé que las familias con hijos de Primaria ya se tienen que gastar un riñón en libros de texto, y un ordenador supone un gasto a mayores que muchas no pueden asumir. Sin embargo, en estos tiempos un ordenador creo que es necesario, y no tiene que ser el más caro del comercio. Para el alumnado de Primaria, bastaría simplemente con un netbook, una especie de ordenador portátil menos potente (y más barato), con el que igual no puede jugar al Minecraft, pero que le llega y le sobra para las tareas de clase. Una tablet también podría ser una opción, y suelen ser también más económicas, pero en el colegio suelen trabajar con ordenadores, por lo que en casa pueden pedirles tareas que sean muy difíciles de realizar en tablet, ¡o directamente imposibles! Sin ir más lejos, hay muchas aulas virtuales que todavía no se han adaptado a dispositivos móviles. Por eso yo recomiendo un ordenador portátil, pero sí sería una buena idea comprar tablet en las familias con varios hermanos. Mientras uno usa el ordenador para una tarea que lo necesite, los otros pueden usar tablets e ir turnando los dispositivos.


3. Lee los protocolos de prevención del COVID-19

Cuando llegues a tu centro de estudios, te vas a encontrar con carteles informativos que te dirán, más o menos, lo que tienes que hacer. Pero nunca está de más echarle un ojo a los protocolos, que a estas alturas deberían estar colgados en las páginas web de los centros. Así, puedes ir un paso por delante y agilizar los procesos de entrada y salida del centro, las aulas, los pasillos,... sin tener que mirar un cartelito y generando aglomeraciones.

A los niños de Primaria e Infantil conocer estas medidas de seguridad les hará sentir más tranquilos. Es normal que estén nerviosos, ya no sólo por el primer día de clase, sino por la situación por la que estamos pasando. Y es que estas nuevas medidas tienen muy poco o nada en cuenta el impacto psicológico que puedan tener en el alumnado. ¡¿Os imagináis a un niño con síntomas compatibles con el COVID-19, al que sacan de clase y lo llevan a un aula apartada, vacía, él sólo y muerto de miedo?! Además, la completa incertidumbre de como será el primer día les intranquiliza aún más.

Una buena idea para enseñarles los protocolos de su centro sin tener que leerles el BOE es hacer un juego de roles en casa. Imaginaos que en el centro ficticio de mi ficticia hija todo el alumnado debe echarse gel hidroalcohólico antes de entrar a las aulas. Si ese fuese el caso, nos imaginaríamos que su habitación es su aula, y antes de entrar nos echaríamos, imaginariamente, el gel en las manos. Y así con todas las medidas. Saber lo que tienen que hacer en cada caso les dará más seguridad a la hora de ir a clase.

Me gustaría, además, incidir en un tema importante: las mascarillas. Si en algún momento os las dejan quitar, por ejemplo, a la hora de la merienda, ¡no las dejéis encima de las mesas! Y eso va por todos, que en las terrazas de los bares he visto muchas ya. Meterlas en el bolsillo tampoco es una buena opción. Lo mejor es comprar un portamascarillas, una especie de cajitas de plástico que venden en las farmacias por 3€ o menos. Sino, también puedes crearlos tú, que hay tutoriales en Youtube por un tubo.


4. Usa un método de planificación

Igual que con la rutina, soy muy pesado con la planificación. Pero, al igual que la rutina, esto es muy importante. A los niños de Primaria ya se les enseña a usar una agenda, y de mayores muchos la siguen utilizando porque es un método muy efectivo de organización. Yo uso una Bullet Journal, que es como una agenda personalizada y adaptada a las necesidades de cada uno. También está el Get Things Done y muchos otros métodos más. Tienes que encontrar el que se adapta a ti y hacerlo tuyo para que te funcione.

¿Por que es tan importante? En primer lugar, para organizarnos mejor. Seamos sinceros, no te puedes fiar de tu memoria, y ella lo sabe. Por eso, cuando tienes algo súper importante que quieres recordar, tu cerebro te lo estará repitiendo constantemente. Esto implica estar gastando energía en ese recuerdo y no en lo que deberías hacer, lo cual genera cansancio y estrés. Si lo apuntas, tu mente puede descansar y centrarse en otras cosas, porque sabe que, aunque se olvide, se acordará al ver de nuevo la nota que dejó escrita. Esto es una gran ayuda para recordar múltiples tareas, fechas de entrega, exámenes, etc.

En segundo lugar, nos dará una perspectiva de los problemas más global y despejada. A mí me resulta muy útil esta característica en épocas de exámenes, cuando tenemos tantas cosas por estudiar que parece casi imposible. Sin embargo, cuando lo tienes todo escrito y planificado, lo ves de otra manera, y abordas el estudio más relajado. Es como una obra puntillista: si la miras muy de cerca, sólo ves una maraña de puntos, pero, si te alejas, verás la obra al completo y, de repente, esos puntos aleatorios cobrarán un sentido. Por supuesto, tú puedes usar el método que más se adapte a ti. No obstante, si aún no lo has encontrado, te alegrará saber que estoy preparando una entrada sobre como empezar una Bullet Journal, un método muy flexible que te recomiendo probar.


5. Cuida tu salud mental

Parece que en estos momentos lo único que importa es no pillar el COVID-19, y estamos descuidando nuestra mente. En este punto quiero hablar sobre el miedo a ir a clase. Porque es muy distinto que tu hijo te diga "no quiero ir a clase, me aburro", a que diga "no quiero ir a clase, tengo miedo". Y es natural tener miedo, porque cada día en las noticias vemos casos de centros que han tenido que cerrar porque ha fallado el protocolo de prevención. El COVID-19 mata, y todos tenemos miedo a la muerte. Los niños aún más, porque los adultos les ocultamos esa parte con mentiras piadosas que al final hacen más daño que la verdad.

Si tú, estudiante adulto, tienes miedo de ir a clase, recuerda que las medidas de seguridad están ahí para protegernos. Cumple los protocolos y vela porque los que estén a tu alrededor también lo hagan, y estarás seguro. ¿Seguro al 100%? No, al igual que un preservativo no evita la transmisión de ETS en un 100%, o que la única tasa de alcohol segura a la hora de conducir es 0. Pero no podemos dejar que la paranoia se apodere de nosotros, ¡sino directamente no saldríamos a la calle por miedo a que nos cayese una maceta de un balcón en la cabeza! Hay que ser precavidos, pero andar con seguridad. Ahora bien, sé que para muchas personas esto no es fácil, ya no sólo a aquellas con casos de hipocondría, sino a muchas otras. Por eso, no dudéis en buscar ayuda psicológica profesional si la necesitáis. no es ninguna vergüenza ir al psicólogo, es síntoma de que os preocupáis por vuestra salud mental y os la tomáis en serio.

Si tu hijo o hija en edad de escolarización tiene miedo de ir a clase, lo primero, ¡no te lo tomes a coña! Es un problema serio, y siempre debemos tener en consideración los sentimientos de nuestros hijos, en cualquier circunstancia. Si se da el caso de que tu hijo tiene miedo de ir a clase a causa del COVID-19, la mejor forma de educar es el ejemplo. El niño tiene que ver que sus padres salen seguros de casa y se van a trabajar, y están tranquilos, siempre y cuando cumplan las normas de seguridad, que están ahí para protegernos. Si el miedo continúa, es una buena idea hablar con su tutor e incluso con el orientador del centro, que debería estar preparado para tratar estos casos de forma más profesional (digo debería, porque hay cada uno...) Si el orientador, o vosotros mismos, veis que el miedo de vuestro hijo no mejora, de nuevo, no dudéis en buscar ayuda psicológica profesional, que sabrá como actuar mucho mejor que vosotros, que el profesorado y que yo.

 

No tengo nada más que decir a parte de perdón por la tardanza 😅. Pretendía tener esta entrada lista mucho antes, pero me despisté un poco con las fechas... De todas formas, espero que os sirva esta información. Como siempre, os invito a dejarme en la caja de comentarios si os son útiles estos cinco consejos, si vais a aplicar alguno de ellos, si hacéis algo distinto, si creéis que no he dicho algo que merezca la pena mencionar y si ya habéis empezado las clases, qué tal lo estáis llevando.

Si os gusta mi contenido, ¡podéis seguirme para no perderos ninguna entrada! Sólo tenéis que darle a Seguir, arriba en la columna de la derecha (el botoncito azul). Si os es más fácil, en mi Twitter @LiteratoRakso también os mantendré al tanto de las novedades que voy subiendo al blog, además de muchas otras cosas. ¡Si os interesa el método de la Bullet Journal, estaos al 🦜!

Yo me despido ya.

¡Hasta la semana que viene! 😺