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Quizás ya os habéis olvidado, pero este no es solo un blog de literatura. ¡Aquí también se habla de educación! Aprovechando que el fin de curso está cada vez más cerca, hoy me apetece que nos centremos en las estrategias de aprendizaje para ayudarnos a estudiar. Ya os aviso desde ya que el estudio es un trabajo a largo plazo, así que, si aun no empezaste... La llevas clara. ¡Pero aún podéis salvar el tercer trimestre! (Quizás...)
En esta publicación vamos a ver cómo las estrategias de aprendizaje nos pueden ayudar a mejorar nuestra calidad de estudio. No me voy a parar en explicar distintas técnicas de estudio porque ya hay mucha información en internet sobre ellas, y me parece ridículo repetir lo mismo una y otra vez.
Sin embargo, he notado que, al hablar de técnicas de estudio, casi nunca se dice cómo implementarlas en nuestro plan de estudio, ni por qué. Por eso os quiero enseñar las estrategias de aprendizaje, para que podáis usar todas esas técnicas con cabeza, y, por lo tanto, mejorar vuestra efectividad y productividad en el estudio.
¡Vamos allá!
Estrategias de aprendizaje
Antes de meternos en el meollo del asunto, conviene definir lo que son las estrategias de aprendizaje. Pero incluso antes de eso, debo explicaros otros dos conceptos: los procesos y las técnicas de aprendizaje:
- Los procesos de aprendizaje son operaciones cognitivas hipotéticas y opacas que realiza nuestro cerebro para gestionar la información y aprenderla. Al tratarse, como digo, de operaciones hipotéticas (porque no podemos abrir nuestra cabeza para ver exactamente lo que ocurre ahí dentro), existen diversas clasificaciones de estos procesos. Quizás los más conocidos sean: la percepción, la atención, la memoria, la metacognición y el lenguaje.
- Las técnicas de aprendizaje son tareas físicas y concretas que realizamos de forma consciente con el objetivo de aprender una información. Aquí encontramos las técnicas de estudio conocidas por todo el mundo, como el subrayado o la elaboración de resúmenes y esquemas.
Las estrategias de aprendizaje, por su lado, funcionan como una especie de enlace entre los procesos y las técnicas, se trata de operaciones mentales no tan opacas como los procesos y que realizamos de forma consciente e intencional, pero no son tan concretas como las técnicas.
¿Un poco lioso, verdad? Bueno, es normal, incluso algunos autores consideran que hay tanto solapamiento entre estrategias y técnicas, que ni siquiera merece la pena hacer una distinción. Sin embargo, para Beltrán (y también para mí, qué narices) sí es necesario.
Una definición técnica de estrategias de aprendizaje podría ser el de "(...)actividades conscientes e intencionales que guían las acciones a seguir para alcanzar determinadas metas de aprendizaje" (Valle et al, 1998, p. 56).
A su servicio están las técnicas de aprendizaje de las que os hablaba antes. Para que lo entendáis mejor, podéis imaginaros que son como muñecas matrioska: dentro de una estrategia con una meta de aprendizaje concreta encontraremos distintas técnicas que nos ayudarán a alcanzarla. Por ejemplo, si queremos aprender la información de un texto, podemos emplear una estrategia de aprendizaje cognitiva de selección de información, y para hacerlo efectivo, usaríamos la técnica del subrayado.
En este sentido, aprender sobre estrategias de aprendizaje nos servirá para ser más conscientes de las técnicas que aplicamos y de su finalidad, en vez de probar a lo loco con el primer método que nos sale en Google. Ahora veremos cómo estas estrategias nos ayudarán a estudiar, pero, si queréis profundizar más en el tema, podéis consultar el artículo que os dejé enlazado más arriba, justo después de la cita textual, aunque ya os aviso de que es algo complejo.
Clasificación de las estrategias de aprendizaje
Existen varias clasificaciones de las estrategias de aprendizaje, pero, aquí entre nosotros, todas ellas vienen a decir lo mismo usando otros nombres. A grandes rasgos, podemos distinguir tres estrategias de aprendizaje:
Estrategias cognitivas
Estrategias afectivas o de control de recursos
Estrategias metacognitivas
A continuación, iremos definiendo cada una para explicar las técnicas de aprendizaje que llevan asociadas.
Estrategias cognitivas
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Las estrategias cognitivas hacen referencia a cómo nuestro cerebro adquiere nueva información y la asimila sobre el conocimiento previo. Y diréis, "¡pero eso es simplemente aprender!" Bueno, aprender significa mucho más que asimilar información, pero no me voy a parar con las distintas definiciones de "aprendizaje" porque eso da para otra entrada.
Son estrategias cognitivas las estrategias de selección, elaboración y recuperación de la información. Todo estudiante debería tener estas tres estrategias en mente a la hora de estudiar, porque son superbásicas.
Como técnicas de selección de la información podemos encontrar desde el más típico subrayado, hasta los códigos de colores o el método Cornell (este más enfocado a la toma de apuntes orales, pero que también se puede usar para seleccionar la información de un texto).
Por otro lado, elaborar la información significa llegar a comprenderla. Para eso, buscamos su asimilación en nuestro cerebro. Las técnicas que nos pueden ayudar a esto son la elaboración de resúmenes, esquemas, mapas mentales... Pero también podemos usar técnicas más modernas, como la elaboración de un vídeo, un audio, una presentación en power point, flash cards, hacer un dibujo explicativo o infografía... Escoger una técnica u otra dependerá de tu estilo de aprendizaje, de la materia y del objetivo que buscas con este estudio (aprobar un examen, hacer un trabajo, etc.).
Por último, las estrategias de recuperación consisten en, una vez asimilada la información, poder recordarla cuando nos sea necesaria. Las técnicas de aprendizaje asociadas a esta estrategia están relacionadas con el repaso de la materia, pudiendo usar como apoyo los materiales que hemos creado con las estrategias de elaboración (apuntes, esquemas, flash cards...). También son útiles los ejercicios de repaso, los simulacros de examen, etc.
Eso sí, se recomienda repasar en voz alta, si es posible. Sé que puede dar vergüenza, pero tiene su lógica: si recitas la información, esta te está llegando por dos canales, el auditivo y tu memoria. ¡Tu voz funciona como un doble feedback que te puede ayudar a recordar! Si el repaso lo hacemos en silencio, perdemos ese input. Si os interesa este tema, os dejo aquí un artículo sobre ello.
Dentro de las estrategias cognitivas podríamos también hablar de la transferencia de información, es decir, la capacidad de usar la información aprendida en otros contextos y con otras finalidades. Por ejemplo, usar lo aprendido sobre relaciones de proporcionalidad para saber leer escalas en los mapas. Sin embargo, resulta complejo porque el sistema educativo actual no nos educa para ello. Debería hacerlo, sí, sobre todo por su enfoque competencial, pero la realidad es otra...
Es importante destacar que un buen estudio debe tener todas estas estrategias y técnicas. Lo digo porque hay gente que subraya un libro entero y piensa que ya está lista para un examen, y no. Un método de estudio que a mí me ha funcionado desde Bachillerato, que fue cuando lo conocí, es que método SQ4R. A mí me encanta porque es una técnica que engloba las tres estrategias cognitivas de selección, elaboración y recuperación, así que resulta supercompleto. Podéis saber más sobre el tema en este enlace.
Estrategias de control de recursos
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Normalmente, todos los vídeos y blogs sobre estrategias y técnicas de estudio se centran en las anteriores ya mencionadas, ignorando o pasando muy por encima por las de control de recursos. Pienso que la gente suele menospreciarlas porque las considera superfluas o menos importantes. Sin embargo, esto influye muchísimo en el aprendizaje, y por supuesto, en el estudio.
Los recursos que podemos administrar son, a grandes rasgos, el tiempo y el ambiente de aprendizaje.
Para administrar el tiempo de estudio, podemos usar técnicas de planificación de estudio que nos ayuden a establecer una rutina, aunque estas técnicas se refieren más bien a la organización diaria de cada sesión de estudio, no a la planificación a largo plazo.
Con esto en mente, es importante planificar cada sesión de estudio teniendo en cuenta el objetivo que queremos conseguir, es decir, qué es exactamente lo que queremos estudiar. También debemos planificar la secuencia de estudio, pues lo ideal para gestionar nuestra energía es comenzar con tareas de una dificultad media, seguidas de otras difíciles, para finalizar con unas sencillas.
Con el tiempo, también podremos saber cuántas horas aproximadamente nos llevará estudiar un tema. Eso también favorecerá nuestra organización. También es una gran idea dividir las tareas complejas en pequeñas subtareas, pues eso a nuestro cerebro le resulta más asequible. Con todo esto, podréis establecer un hábito de estudio básico.
Existen muchas técnicas concretas de gestión del tiempo, y quizás una de las más conocidas es la del método pomodoro. La idea detrás de esta técnica es la de engañar a tu cerebro, haciéndole pensar que solo trabajaremos durante unos pocos minutos. Si pasado ese tiempo no podemos más, daremos por finalizada la sesión; si, por el contrario, nos sentimos con energía para seguir, podremos continuar.
Esta técnica es ideal para esos días en los que no nos apetece hacer nada, o para estudiar aquellas materias que no nos motivan. Recuerda que, aunque sean diez minutos de estudio, ¡es más que nada!
Respecto al ambiente de aprendizaje, este es quizás el factor menos valorado que en realidad afecta muchísimo. Sin ir más lejos, ¡hay estudios sobre el efecto del color de las paredes en la eficacia del estudio! Aquí, sin embargo, no vamos a ponernos tan radicales (y tampoco le podemos echar la culpa a las paredes de nuestros suspensos, vaya).
Un buen ambiente de aprendizaje siempre será aquel que nos transmita comodidad a la hora de estudiar. Esto es algo muy personal, y por eso a estas estrategias también se las conoce como "afectivas", porque se basan mucho en nuestras sensaciones. Aun así, algunas indicaciones comunes pueden ser estas:
- El ambiente de estudio debería ser siempre el mismo, separado de las zonas de descanso. Si tienes que estudiar en tu habitación (como la mayoría de mortales que vivimos con nuestros padres o en un piso compartido), es una buena idea diferenciar la zona del escritorio con la del ocio de alguna forma, quizás con una iluminación o paleta de colores distinta. Tener zonas diferenciadas ayudará a nuestro cerebro a ponerse en modo estudio en la zona de trabajo, y a su vez, podremos desconectar más fácil una vez fuera de ella.
- Ya que es un espacio personal, debería estar rodeado de cosas bonitas que nos gusten y nos motiven a estudiar. La metodología Montessori nos aconseja utilizar un lugar bien iluminado, ventilado y con elementos naturales, como pequeñas plantitas que den un toque de vida al estudio. Si tenéis alergias al polen o a las plantas aromáticas como yo, podéis usar naturaleza simulada, como plantas artificiales, o jardines de piedra pequeñitos, fuentes...
- Es importante también buscar un equilibrio entre tener cosas bonitas y no cubrir el escritorio de cosas inútiles. ¡Recordad tenerlo todo limpio y organizado! Un ambiente de aprendizaje ordenado y sin estímulos que nos puedan distraer mejorará nuestra concentración. Esto también se aplica a nuestro ambiente digital. Yo os aconsejo alejar los móviles o usar aplicaciones que lo bloqueen durante un tiempo, como Forest (publicación no patrocinada).
Como estas, hay un montón de otras variantes: la temperatura, el asiento, el tipo de mesa, los sonidos de ambiente, la música... ¡Incluso el lugar! Por ejemplo, hay personas que estudian mejor en la biblioteca que en su casa, no porque en su casa tengan un lugar adecuado para estudiar, sino porque simplemente se sienten más cómodas.
En estas técnicas, la verdad es que todo depende de la propia persona, así que adaptad vuestro ambiente de estudio de la forma que os haga sentir mejor.
Estrategias metacognitivas
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Estas estrategias se refieren al control sobre nuestro aprendizaje, y también suelen ser muy poco tenidas en cuenta. Lo cierto es que son superimportantes para ser conscientes de nuestra autoeficacia y productividad de estudio, para, en última instancia, poder mejorar. Podemos dividir estas estrategias en dos dimensiones:
- Dimensión cognitiva o del conocimiento: se trata de ser conscientes del método de estudio que estamos empleando, el porqué del mismo, el objetivo que buscamos con él, y de la gestión que hacemos de nuestros recursos. Es decir, esta estrategia monitoriza al resto, comprobando si todo lo que hacemos en nuestro estudio funciona o es mejorable. Para ello, podemos usar técnicas de registro, donde apuntemos nuestra productividad teniendo en cuenta distintas variables, que se podrían dividir en dos grupos:
- Variables personales: las relativas a la propia persona. Recuerda adaptar tu estudio a lo que a ti te funcione.
- Variables de la tarea: no es lo mismo estudiar matemáticas que historia, al igual que no es lo mismo estudiar para un examen de desarrollo que para un examen tipo test. Debes adaptarte a las características de la materia y del método de evaluación. Por ejemplo, para un examen tipo test podemos usar flash cards, mientras que para uno de desarrollo, nos sería más útil emplear esquemas o resúmenes.
- Dimensión autorreguladora o de control: esta hace referencia a la planificación a largo plazo del estudio. Para ello, podemos emplear técnicas de planificación como una agenda, Bullet Journal, listas de tareas, planificación por bloques... Además, también engloba técnicas de autocontrol, relativas a nuestro hábito de estudio en general y nuestra capacidad de cambiarlo si fuese necesario, así como de la gestión de las emociones; y de autoevaluación, para asegurar nuestro aprendizaje y comprobar la eficacia real de nuestro método de estudio, con técnicas como el repaso, la realización de ejercicios y simulacros de examen, e incluso la resolución de dudas, sea a través del profesorado o con cualquier otro medio.